Cortesía de José Luis Añon – ACTU
Este es quizás el texto más íntimo e introspectivo de Raquel Diana. Un texto que viene del alma y que sensibiliza al espectador a medida que transcurre la historia. Este diálogo entre una mujer y la muerte (su propia muerte) es tal vez, de lo más impactante y removedor que se ha escrito en los últimos tiempos.
La autora crea momentos realmente mágicos y cargados de emoción. Un texto desgarrador que lleva a reflexionar sobre nuestra propia existencia. Un texto muy difícil de llevar a escena si no se cuenta con un equipo de primera línea; y eso está presente en este espectáculo. Daniel Romano demuestra una comprensión y compromiso total con el texto y monta un espectáculo que funciona como una maquinaria de reloj; nada está dejado al azar, todo movimiento, palabra, gesto tienen su razón de ser.
Y que decir de la formidable dupla de actores que lo acompañan:
Diana Bresque aporta la intensidad que este personaje requiere sin ningún tipo de desborde. Es tierna pero a la vez fuerte y lucha constantemente por vivir. Una actuación que podría definirse como de las mejores de su carrera. A su lado, Sebastián Silvera no se queda atrás. Su composición de esa muerte tan presente siempre esta representada de manera impecable. Sus movimientos en escena y su maravillosa voz ayudan a darnos ese retrato de la muerte que rodea al personaje.
Muy buena escenografía y luces:
Una mención a parte merece la hermosa sala de Alejandría Café de las Artes, un emprendimiento que llevo adelante la propia Bresque. En momentos muy difíciles ,donde todo parece imposible, esta «quijote» moderna arremetió contra los molinos de viento y creó este hermoso espacio escénico al que le auguramos el mejor de los éxitos. Vale la pena ver este espectáculo que va los sábados a las 20 horas en Alejandría Café de Las Artes en Gaboto entre Guayabos y Rodó.
Hay que reservar con tiempo porque por suerte el aforo está siempre completo.
Cortesía de María Rosa Carbajal – Presidenta ACTU.
Diana Bresque y Sebastián Silvera Perdomo . Una obra que exige a los actores un trabajo que los mantiene en una cuerda de gran sensibilidad y dramatismo.
Recomiendo.
Cortesía Javier Lumini – ACTU.
Se está presentando los días sábados a la hora 20:00 en el precioso espacio Alejandría Café de las artes, Los ojos abiertos de ella, una creación de la actriz y dramaturga uruguaya Raquel Diana.
Con una gran impronta surrealista el texto de Diana trae a escena a una mujer que observa su vida y dialoga con su propia muerte y que yace en el umbral de esta, debatiéndose en elegirla o en arrojarse a los brazos de un hombre al que amó y odió con la misma pasión y al que seguramente no perdona su indecisión. “Ella” es una mujer que piensa sobre su vida, una vida simple o complicada, según el cristal con el que se mire; una mujer que observa su vida, desde su escenario, desde su rol protagónico de mujer, desde sus miedos y sus recuerdos.
La pieza es exquisita en su intimidad y sensibilidad de lo femenino, poblada de momentos mágicos y de emocionalidad.
La puesta en escena corre a cargo de Daniel Romano que le imprimió una mirada comprensiva, inteligente y acertada a un texto difícil de plasmar, cargado de simbolismos acrobáticos y circenses , como el de caminar sobre una cuerda o el de los trapecios que van de un lado a otro, metáfora de los momentos que tenemos que tomar decisiones, impulsarnos de una orilla a otra, o de caer al vacío si no nos sujetamos fuertemente a nuestros compromisos o decisiones.
“Ella”, Diana Bresque, realiza una labor sensible, destacada, hipnótica que nos hace empatizar desde el comienzo.
“El”, Sebastián Silvera, acompaña perfectamente con la profundidad de su voz, su notoria presencia, a esa “muerte” que interpela, acompaña y sostiene a nuestra heroína.
Cortesía de Jorge Mario Bologna – ACTU.
«Una vez creí que amaba y estaba muriendo, una vez creí que moría y solo estaba amando». «Los ojos abiertos de ella» es un exquisito texto creado por Raquel Diana, la carga emocional de un trabajo como este es avasallante, aquí se fusionan la vida con el texto y la muerte con la vida sin buscar un juego macabro entre vivir o morir.
Resignarse, amar, aceptar o simplemente dejarse llevar. Cuando un autor claramente deja gran parte de sus vivencias en un texto este se convierte no en obra teatral se convierte en una lección de vida. La ambigüedad de ese ser, entidad o concepto se presenta en todos sus modos encarnado en un personaje tan masculino como femenino como fusionando una idea andrógina, la o él se describen en este texto en forma de seducción, compresión, poesía o de circo en una suerte de decisión binaria entre ceros y unos.
Una dupla actoral perfecta se compromete en una dualidad continua entre fantasía y realidad sin dejar de crear la posible decisión entre ser o dejar de pertenecer o, tal vez, entre lucha y rendición. Por momentos las vivencias o los recuerdos se hicieron presentes en un aquí y ahora plagado de experiencias particulares. La seducción de la parca parece habitar entre recuerdos placenteros generando una carga sensual inherente que de momentos se transforma en un dominio sádico de las emociones creando un laberinto de sentimientos encontrados.
En una filigrana de decisiones bien tomadas Daniel Romano oficia como director sacando el máximo de todos los recursos actorales con una dupla que rindió al cien por ciento, atrapando así al espectador de principio a fin y llevando esta historia a un plano tan real que se apodero de escena y público.
En mi opinión personal afirmo que la actuación de la actriz Diana Bresque superó lo correcto ampliamente, logró ponerse en la piel del personaje de manera perfecta, acotada y sin exageraciones, secundada en todo momento por Sebastián Silvera Perdomo quien hizo gala de su capacidad de adaptación a un personaje cuyas mutaciones fueron de un dinamismo arrasador.
Una escenografía minimalista en un lugar reducido logro un todo con personajes y texto. Una historia de vida para ser vista desde los ojos abiertos de ella, sugerencia que esta puesta diferente lo cumple con creces. Las funciones son los sábados 20:00 horas en Alejandría Café de las Artes (Gaboto 1384).